“En verdad, lo
que adormece las actividades del espíritu y lentamente lo induce a vivir como
un autómata, lo que el hace perder el sabor y el sentido de la vida inmediata,
lo que lo conduce a un vano palacio de conceptos vulgares y de costumbres
tontas, es la vida de todos los días con sus quehaceres habituales, sus
necesidades ordinarias, su actividad superficial, su intensidad ficticia.
Al contrario, lo
que despierta el espíritu de ese sueño dogmático del vivir común, lo que arroja
al mar ignoto de los pensamientos propios, de los sentimientos originales, es
la lectura.
El contacto con
otros espíritus, con su pensamiento extraño, duro y cortante, desasosiega
nuestras triviales y prematuras convicciones. En fin, la riqueza y la densidad
de la conciencia, como también su sutileza, no nos son dadas separadamente del
acto por medio del cual nos adueñamos de la porción de nuestra herencia.” Notas
59.
El problema de una nota como esta, para un debate entre bibliófilos, es que difícilmente podremos debatir o argumentar. Frente a un texto como este sólo nos queda respirar hondo y asentir. Todo está dicho y bien dicho. No obstante, me gustaría conocer hacia dónde va tu reflexión.
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